Y ser yo otra vez, para poder ser nosotros tal vez, para ahogarme en tu voz, extasiarme en tu risa, erizarme en tus susurros y bailar en tu música. Que el mundo no importe y el tiempo sea eterno. Un café con tostadas, un desayuno de verano, un jardín con primavera y tus ojos como el sol.
Pero en cambio es la nada. Vacía, envolvente, asfixiante. Y yo no logro ser yo otra vez. Y el nosotros no llega nunca, y como va a llegar sino me atrevo a traerlo. Y la nada seguirá siendo eso: nada.
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