Adiós corazón

Al final, cuando todo se terminó de golpe, y todo resultó ser una mentira, humo, aire, nada (aún cuando alguna vez fue cierto), su corazón se estrujó, se acurrucó temblando de miedo en un rincón. Ella quiso abrazarlo, decirle que mañana sale el sol. Pero no pudo. Inútil como una planta, absorta ante el corazón medio muerto que iba perdiendo a pedazos, todo lo que tenía encima era pura pena. Y lloró un buen rato. Se secó las lágrimas -ejercicio fútil-  pero atrás de un montón venía otro montón. Lloro un día, dos días, tres días, algunas semanas. De a poco, con el tiempo, se levantó y se reconstruyó pedazo por pedazo. Intentó una sonrisa medio forzada hasta que esa sonrisa fue la única que tuvo, la que repartió a todo el mundo disimulando su desconfianza hacia todo el mundo.