Austeridad.
Y con el cigarro a medio fumar y la vida a medio caminar, se pregunta otra vez donde estará. La imagina perdida en el goce de su alegría, con su sabiduría aniñada que desparrama sin quererlo y sin darse cuenta, despreocupada, correteando por el sol arropada y aplaudida por las nubes. Deidad hecha carne. Y desperdiciada, por un insensible ether que solo sabe fumar y estar, que ni siquiera se tomó la molestia de ser, nunca quiso aprender a volar. Y así la perdió, la vio huir en furiosa carrera y la perdió por no querer y no saber correr a la par, ni siquiera intentarlo. Tumbado en la alfombra, tanto tiempo después, solo ahora a fuerza de golpes y vino aprende que tal vez alguna vez fue capaz del amor, pero que entonces no pudo vencer el miedo de lo nuevo y oculto, y lo nuevo se convirtió en viejo aunque siguió siendo oculto, y a él no le quedó más que olvidarlo y seguir adelante como si nada le hubiera volado todos los parámetros para dejarlo desnudo e indefenso como si no supiera de qué va la vida. Y a fuerza de golpes y vino quizás entendió que todo cambio debe ser mejor, mientras uno aprenda a esconder las llagas y disimular los moretones. Y seguir al ritmo de la vida, sin esquivar la mirada.
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