La noche, el insomnio, las horas largas, la lluvia, las nubes, la música. La felicidad. ¿Existe la felicidad? Sí, sí existe, y es maravillosa. Es igualmente aterradora, o aterrador más bien el futuro, porque tal vez nada es seguro, nada es la tierra prometida salvo que esa tierra prometida la quieras con todas las entrañas de tu ser y con ese corazón imbatible y dispuesto la busques y la pelees con uñas y dientes (la vida es muy anatómica, parece). La felicidad se construye de a poquito, y si te distraes, si te das vuelta apenas, tal vez se vaya corriendo a los brazos de otro, y te quedes cual amante despechado esperando que vuelva. ¿Vuelve sola? No, no vuelve sola. Traela, vamos, que se puede, que vale la pena, vas a ver. Llorar de felicidad vale la pena.
Ya me busco la almohada, porque ya no sé si algo es coherente.
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